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¿ARDE CARACAS?

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¿ARDE CARACAS?
“¿Arde París? preguntó Adolf Hitler el 25 de Agosto, por la mañana, cuando se enteró de que las tropas aliadas ya estaban dentro de la capital francesa. “Puede que la anécdota sea cierta o no, pero los Generales Von Choltitz y Speidel, jefe de Estado Mayor del Grupo de Ejércitos B, salvaron la capital francesa de la decisión tomada por Hitler de destruirla. Éste no estaba dispuesto a que la capital francesa cayera intacta en manos aliadas y llegados a ese extremo pretendía convertirla en un montón de ruinas, para ello dispuso que varias rampas de bombas volantes apuntaran contra París y que se prepara al gigantesco mortero Karl para bombardear la ciudad; la destrucción de la ciudad fue evitada por ambos generales que decidieron no cumplir dichas órdenes.” Apartes del Foro Segunda Guerra Mundial en la web de nov 5 de 2007 con los moderadores: José Luis, Audie Murphy.
Guardando todas las proporciones desde el orden histórico, geopolítico y cultural, he titulado este análisis sobre la dolorosa y creciente emergencia humanitaria que vive nuestra hermana república Bolivariana con pregunta similar: ¿Arde Caracas?
Sin pretender equiparar hechos y protagonistas del citado estadio vivido por la humanidad, a decir verdad, algo de eso ronda el mundo actual: Nos caracteriza la mentalidad esa misma actitud hitleriana de sentarnos a esperar, preguntándonos de manera perversa sobre cuándo será por fin la hecatombe definitiva en la comarca bolivariana. Y a todo eso le sumamos un silencio malicioso que obliga a indagar en este mundo raro por los cómplices muy bien pagados que ayudaron de manera protagónica a que la patria de Chávez este donde está ahora. Preguntar entonces por Mujica, por Evo, por Correa, Lula Da Silva, Gilma, por los Castro y por Cristina. Muchos dirán, este y aquel empacan sus maletas porque están ya de salida, aquel otro está en el más allá, y las dos ex, nada pueden decir ni hacer porque andan pendientes de ir a juicio. Pero a decir verdad, nos encontramos en el escenario del tradicional político latinoamericano tan amigo de la demagogia, tan alimentador de propuestas mesiánicas y populistas, que cuando se ven con el agua al cuello se repliegan olvidándose de sus amigos, de sus aliados, para preguntar también desde sus escondites: ¿Arde Caracas?
Se siente impotencia, tristeza y rabia al mismo tiempo con la suerte cruel de una comunidad nacional que históricamente no ha sido beligerante, ajenos a los hospitales llenos de heridos, ausentes de cementerios inundados de mártires. No es aceptable entonces la frase lapidaria que se escucha en la calle, en medios colombianos, y en las vocerías de países de la región abrazados en la profecía según la cual debe haber muchos muertos para que caiga el gobierno de Maduro y comience la reconstrucción institucional. No tiene ninguna presentación que el premio Nobel de paz colombiano asuma una diplomacia de manteles frente a la amarga y oscura suerte de nuestro pueblo hermano. Están en mora los “compinches chavistas” que han gobernado en la región. Ellos debieran estar planteando una salida de amnistía plena al gobierno de Maduro a efecto de adelantar una salida pacífica del régimen. Amnistías de las que en el pasado han gozado dictaduras más oprobiosas como la uruguaya, brasilera, paraguaya y argentina.
Que soledad tan sola la de Venezuela y la de toda la región latinoamericana que poco o nada interesa al gobierno del Presidente Trump concentrado en asuntos más globales. Qué manera tan insólita de contrariar la solidaridad entre los pueblos latinos, olvidando uno de los principios universales fundamentales del Derecho Internacional según el cual todo se salda en el tiempo. Lo que tu hagas o dejes de hacer hoy, te lo harán o te lo negarán mañana. Son deudas inexorables. Siempre se pagan en la tradición del derecho de gentes.
Pero más allá del debate netamente geo político, al fin y al cabo esa es la esencia del Derecho Internacional, debemos unirnos en la causa de la presencia activa en favor del inerme pueblo venezolano, el que se debate entre una oligarquía redentora e incumplida históricamente en los momentos de mayor opulencia y prosperidad, y cuya frustración popular precisamente sirvió de caldo de cultivo para una revolución social improvisada, aunque bien intencionada, y atizada por gobiernos menesterosos y oportunistas que se aprovecharon del boom de las arcas petroleras.
Con el caso de Venezuela, debiera madurar un cambio trascendental en nuestra precaria civilidad, decidiéndonos a cambiar la suerte macondiana de la ingenua y tropical aldea Latinoamericana, aquella caracterizada siempre en poner la pobreza, el dolor y la muerte como efectos necesarios ante cada conflicto doméstico. No debe olvidarse la desolación y resentimiento que ha marcado a los pueblos arrasados del Salvador y Nicaragua luego de guerras demenciales. Es el momento de evolucionar en la cultura de la vida y de la civilización redentora de parámetros de coexistencia pacífica, sin que los conflictos nos destruyan. No podemos seguir soñando con parecernos a Europa a través del fútbol del Real Madrid y el Barcelona, manteniendo incólume una visión y mentalidad de conflagración hitleriana. Debemos renunciar a seguir con las prácticas truculentas y de realismo mágico de Melquiades y Mauricio Babilonia tan presentes en la novela más universal de García Márquez, que nos condena irremediablemente a ejecutar la bitácora de nuestros pueblos hacia la nada.
El caso venezolano, es el drama de nuestros pueblos, de nuestras familias culturales llenas de sufrimiento e indiferencia. Hay que renunciar a la piromanía, hay que salir del confort, erradicando la opción fatalista que solo nos lleva a preguntar reencarnado al Hitler de 1945: ¿Arde Caracas? ANÁLISIS DEL PORTAVOZ FORO CHAT FRANCISCO ZAPATA.

El caso venezolano, es el drama de nuestros pueblos, de nuestras familias culturales llenas de sufrimiento e indiferencia. (imagen wikipedia)