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LA JUGADA DE LE PEN, ¿UN MAL CAMBIO DE ORILLA?

TEMA FOROCHAT

Un mal cambio de orilla

Por Juan Pablo Pineda Arteaga*

El problema fue, al parecer, que Le Pen no se percató de la tardanza de su estratagema. Cambiar la música en medio de un baile, antes de que la canción haya terminado, será siempre una acción ilógica, y los resultados, claro está, serán tan perjudiciales como se pueda imaginar.

Hace algunas semanas, cuando Marine Le Pen supo que debía enfrentarse a Macron por la presidencia del país galo, la ahora ex presidenta del Frente Nacional declaraba su renuncia a la dirección de ese partido, en una hábil (quizá) estrategia para desligarse de su marca de extrema derecha, y con ello, de sus radicales posiciones. La candidata sabía que continuar enarbolando las banderas del extremismo político que ella y su partido representaban sería, más que un beneficio electoral, una suerte de perjuicio para sus aspiraciones. Sin lugar a dudas, Le Pen entiende del manejo de discursos. Por eso supuso que hacer esa movida sería un movimiento político que le ayudaría en el camino que estaba trasegando hacia el primer puesto francés: declarar que renunciaba al partido que tantas controversias suscita en un planeta que ve cómo la derecha más cercana al extremo está, podría ofrecerla no como la candidata con tintes retrógrados y xenófobos, sino como una mujer dispuesta a agrupar las posibilidades a su alrededor, una candidata abierta al pluralismo y la convergía; una mentira bien ofrecida a un electorado atento.
No podía ser diferente, por supuesto. El contexto internacional inmediato ha venido mostrando un patrón aplicable en cuanto país se ha desarrollado: la extrema derecha, en uso de sus sofismas, ha cooptado a los votantes en planteamientos que usan el miedo y el patriotismo para alterar los sistemas políticos, y han creado enemigos útiles a sus necesidades políticas. Le Pen lo sabe, y se atrevió a usarlo. Por eso trató de vender una imagen diferente a su discurso enconado. Por eso abrió una puerta en la que, sin embargo, sería seguro que no todos podrían entrar. No obstante, siempre será más amable ver la puerta abierta, que la cerradura aplicada.

El problema fue, al parecer, que Le Pen no se percató de la tardanza de su estratagema. Cambiar la música en medio de un baile, antes de que la canción haya terminado, será siempre una acción ilógica, y los resultados, claro está, serán tan perjudiciales como se pueda imaginar. Alterar su discurso a pocos días de la segunda vuelta presidencial no fue nada efectivo para la francesa, que vio cómo se le escapó de las manos la presidencia, a favor de un joven de 39 años que representa una orilla diferente, una orilla que Le Pen vendió como suya, en una jugada arriesgada. Al parecer, la orilla le era tan esquiva, que terminó ahogándola. Ese fue, para ella, un mal cambio de orilla.

*Estudiante de periodismo Universidad pontificia Bolivariana. Medellín-Colombia

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El estudiante de periodismo de la Universidad Pontifica Bolivariana Juan Pablo Pineda Arteaga, analiza en su columna el cambio de postura política de última hora de Le Pen en la contienda presidencial francesa.