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LOS DOS PODERES QUE COHABITAN EN MEDELLÍN

GONZALO ALVAREZ HENAO Exconcejal de Medellín
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En la comuna 13 de Medellín, miden fuerzas los dos poderes que cohabitan en la ciudad.

El plato está servido y el debate sobre la violencia urbana en Medellín está sobre la mesa y al rojo vivo, y no es para menos. Por la experiencia y el conocimiento que tengo de la ciudad, me atrevo a opinar en torno a este asunto tan complejo y de tan difícil solución, con alguna tranquilidad. No es la primera vez que opino sobre este espinoso y delicado asunto. Esta vez quiero decir que se equivocan en sus diagnósticos los que nos quieren vender como receta, la fórmula empleada en la década de los 80 para superar el conflicto, porque la de hoy no es comparable con la que vivimos en esa época, sin embargo  los métodos que se están utilizando para combatirla son los mismos, y ya la historia se ha encargado de demostrar y corroborar que son ineficaces y deficientes. En este breve escrito, intento explicar la diferencia que existe: en los años 80 la violencia se asociaba con el narcotráfico y más concretamente con Pablo Escobar y la delincuencia común.

Hoy no se encuentra entre nosotros, Pablo Escobar, y tampoco  la delincuencia común que conocimos en los años 80. Razón suficiente para decir que el tratamiento que se le tiene que dar al asunto, es completamente diferente. Mientras las distintas autoridades tengan como estrategia perseguir a la delincuencia común, van a fracasar en su intento. En los años 80 se hablaba de raponeros, cosquilleros y atracadores. Muchos de ellos funcionaban individualmente, esto es, de manera aislada. Esta delincuencia sufrió una metamorfosis, y de delincuentes aislados, pasaron a constituirse como bandas, y hoy se les califica de combos o estructuras armadas, que además cuentan con armamento propio y pesado.

El fortalecimiento de las organizaciones delincuenciales que hoy trabajan bajo el control de los paramilitares, se originó a partir de la alcaldía de Juan Gómez Martínez. Periodo en el cuál, se les propuso a los muchachos integrantes de las todavía incipientes bandas, que dejaran las armas a cambio de estudio y la implementación de proyectos económicos en sus zonas de residencia, entre los que se contaban las panaderías. El Doctor Gómez Martínez, no tuvo en la cuenta para nada el dicho popular que dice  que vaca ladrona no olvida el portillo. Los que habían entregado las viejas  armas, rápidamente,  las remplazaron con artefactos nuevos, compradas con dinero oficial y en los locales, no solo se procesaba el pan, sino que también se ocupaban como bodegas, para guardar objetos robados. Algunos de estos espacios, fueron más tarde allanados por las autoridades.

La confrontación armada en Medellín, a juzgar por los resultados obtenidos, no parece tener una solución policial, puesto que tiene un fuerte componente económico político, y trasciende la comuna 13, que es en donde hoy están midiendo el pulso los dos poderes que cohabitan en la ciudad. Por un lado el Alcalde respalda los dueños de buses que manifiestan no poder pagar un tributo tan alto como el que le ha fijado el poder real que controla las comunas 12 y 13 y les ofrece seguridad. El otro  poder que impone su ley a sangre y fuego, les dice que si no pagan no pueden trabajar. Los platos rotos de esta confrontación, la están pagando con su vida los conductores de buses, en menos de 15 días se han presentado ataques contra estos, con un saldo de dos muertos.

¿Por qué este grave problema en vez de resolverse se incrementa? Muy sencillo, porque el paramilitarismo también sufrió su metamorfosis, y de un proyecto que se presentaba como contrainsurgente, que resultó estrechamente  ligado con el narcotráfico, el cuál  después de la supuesta desmovilización, pasó a ser un proyecto político, económico y militar con cobertura nacional y con vocación de poder. Dominio que de manera directa o indirecta, ejercen en el orden territorial.

En Medellín se ve más claro que en cualquiera otra región del país la confrontación de los dos poderes que están funcionando en una misma unidad geográfica. La preocupación de algunas autoridades, no radica propiamente en la inseguridad ciudadana, sino en cómo salvaguardad los intereses de sus patrocinadores electorales. En los respectivos análisis que se hacen del conflicto urbano, no se tiene en la cuenta que también están confrontados  los dos modelos económicos, que cohabitan en la ciudad. Hablo de la economía tradicional y la economía emergente. El paramilitarismo en Medellín, no es solo narcotráfico, cobro de tributo o extorciones como lo califican las autoridades, sino un próspero emporio económico con mucha influencia política y un poder corruptor descomunal, que está poniendo en jaque a los empresarios vinculados a la industria. Hay que decir aquí que algunos empresarios, también tuvieron una  mutación y pasaron a ser importadores de mercancías o contrabandistas  con vínculo con el narcotráfico. En este reglón de la economía, o sea, en el renglón de las importaciones,  la voz cantante la tiene el dinero del narcotráfico. GAH

GONZALO ALVAREZ HENAO varías veces concejal de la ciudad de Medellín con impacto serio y profundo para la ciudad. Sus debates frente a temas de profundo calado para la ciudad como la inseguridad, los negociados empresas UNE epm, Orbitel, eevv, otorgaron en su momento credibilidad al Concejo de Medellín.

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Según Gonzalo Alvarez, en la comuna 13 de Medellín, miden fuerzas los dos poderes que cohabitan la ciudad. Imagen Los Departamentos De Colombia