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LO QUÉ LA HISTORIA LE RECUERDA A QUIENES SE HUMILLAN POR LA PAZ

CARLOS ANDRÉS ECHAVARRÍA BLANDÓN Critico Político
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Suenan las alarmas de la policía, las sirenas de las ambulancias, los camiones de bomberos a máxima velocidad, y con ellos, se revivió la peor etapa de la violencia de los años ochentas cuando la guerra entre los señores de la droga, Pablo Escobar y Gilberto Rodríguez se definía en las calles de las principales ciudades del país. Bogotá, Medellín y Cali fueron epicentro de bombardeos inmisericordes de quiénes querían demostrar su poderío. El Estado colombiano, trató de combatirlos, pero sin los medios, sin los equipos, sin el dinero, y por el contrario, los Carteles de Medellín y Cali, poseían una fuente casi infinita de recursos, todos ellos comprados por esa sustancia maldita que destruye todo lo bueno de un país. Los que recordamos con horror esos momentos, no podemos alejar de nuestras mentes esas imágenes desgarradoras de los carro bomba colocados por los criminales, la juventud colombiana de hoy, no sabe qué es vivir en un país donde en un período de solo 4 meses, entre septiembre y diciembre de 1989 estallaron más de doscientos explosivos dentro de las ciudades mencionadas, obviamente no se pueden imaginar sin los medios de comunicación modernos, lo que es una espera casi interminable al lado de un teléfono fijo, rogando por recibir esa llamada de los seres queridos donde se informaba que no habían sido heridos en la explosión.

Esos sentimientos afloraron el día 17 de enero, cuando unos criminales de la más baja calaña colocaron un carro bomba, matando a 21 personas dentro de las instalaciones de la Escuela General Santander, donde se forman los oficiales de la policía que son nuestra primera defensa para garantizar vivir en un país dentro de la legalidad y el Estado de Derecho. Mi más sincera solidaridad para con la institución y con el alma desgarrada dándole el pésame a esas 21 familias que vieron frustrados los sueños de uno de sus integrantes en la más bella labor, tratar de servirle a prójimo exponiendo su vida. Un gran abrazo a nuestros héroes caídos.

Colombia durante los últimos ocho años, ha tenido una falsa paz, en donde se ha vivido en unos puntos suspensivos sin conclusión. Los actores principales se han rearmado y multiplicado gracias a un incremento en sus ingresos producto de una explosión en los cultivos ilícitos que les permite una bonanza y una sensación de superioridad ante la Ley.

Para obtener una paz estable y duradera, usando las frases de cajón del sátrapa Juan Manuel Santos, la estabilidad y la duración depende de los medios empleados para llegar a ella, depende de la erradicación del caldo de cultivo, depende de la institucionalidad, depende del respeto de la Ley y depende de mejorar significativamente la calidad de vida de las personas y, de ésta manera, no se verán tentados a fin de buscar una alternativa a la falta de oportunidades por la cual atraviesa Colombia.

Existen múltiples maneras para llevar a cabo una negociación, una de ellas es por medio del dialogo y del consenso, otra es por medio del dialogo con base en el respeto mutuo y entendiendo las diferencias, otra es por medio de la aplicación de superioridad y, otra, es por medio de condiciones de rendición.

Cuando un país quiere realizar una negociación con un grupo terrorista, se debe tener clara la situación con la cual se van a afrontar las negociaciones, se debe tener claro la clase de personas que se sentarán al otro lado de la mesa y, se debe tener claro bajo que premisas innegociables se va a partir. La negociación no es solo para aplastar al oponente, también es para darle una salida digna al adversario, pero hay condiciones que son inaceptables, y es allí donde las naciones pierden el apoyo popular y sin él la negociación está destinada al fracaso. Como ejemplo tomaré las medidas tomadas en situaciones similares por dos presidentes durante su ejercicio. 27 de febrero de 1980, la guerrilla del M-19 se toma la Embajada de República dominicana en la ciudad de Bogotá, 61 días de terror y de caos en la administración del presidente Julio César Turbay, pidieron excarcelación de compañeros, dinero en efectivo y muchas cosas más. El gobierno aceptó varios de esos puntos y les dio una salida victoriosa hacia Cuba (País que ha generado solo caos, guerras y muerte en toda América latina bajo el ideal del comunismo de los hermanos Castro). Unos pocos años después, 6 de noviembre de 1985 se toman el Palacio de Justicia bajo las órdenes de Pablo Escobar. Esa negociación solo alentó a los guerrilleros a seguir delinquiendo para demostrar que el crimen, si paga. Cuba los recibió como héroes y los armó con artillería Soviética y, con base en eso, se sintieron poderosos para continuar “su lucha” en una espiral de violencia que duró muchos años más. Hoy vemos como abanderados de la decencia a los guerrilleros Gustavo Petro y Antonio Navarro, protagonistas de ambos hechos. Ahora en las marchas de los últimos días, nos causa profundo desconsuelo ver como alzan banderas del M-19.

En naciones vecinas, otros han sido los episodios. El 17 de diciembre de 1996, la guerrilla Tupac Amarú, se toma la embajada del Japón en la ciudad de Lima. El entonces presidente Alberto Fujimori, decide no negociar bajo el constreñimiento de tener rehenes. En una operación militar del 22 de abril de 1997, 71 de los 72 rehenes fueron rescatados y la totalidad de los terroristas abatidos, unos quedaron heridos o se rindieron, pero fueron dados de baja mediante un tiro de gracia en la cabeza. La guerrilla MRTA desapareció después de esa operación, sus miembros abandonaron las filas y nunca más en el Perú se volvió a ver algo relacionado con ese movimiento terrorista. En cambio en Colombia la experiencia ha sido poco grata. Hemos tenido esa falsa sensación de una paz mal lograda. Cuando Pablo Escobar se entregó al gobierno Colombiano el 20 de junio de 1991 en manos del padre Rafael García Herreros, hubo fiesta, hubo celebración, hubo abrazos y hasta risas Pensamos que la paz por fin había llegado a Colombia tras casi una década de asesinatos, bombas y crímenes. Para llegar a esa “rendición” el gobierno colombiano cambió la constitución política del país, -para los que no saben-, la Constitución Política del año 1991 fue hecha por y para la rendición de Pablo Escobar, razón por la cual, hoy en día todavía se ven como consecuencias, que los delincuentes tienen más derechos que las víctimas y las personas de bien. Todos sabemos que pasó con Escobar, hizo su cárcel, estableció excesos y continuó delinquiendo desde allí, obviamente todo a espaldas del ciudadano común, imposible pensar que el gobierno del ex presidente César Gaviria no estuviera enterado de sus actos, pero era mejor callar, todo por la paz. Cuando salió a la luz pública el secuestro del viceministro Eduardo Mendoza dentro de la cárcel la Catedral, Colombia se indignó y no le quedó otra alternativa a Escobar que la de abandonar su “palacete” tras 392 días y comenzó de nuevo la masacre entre los colombianos.

Con las Farc pasa lo mismo, se les hizo un acuerdo detestable de 312 páginas en las cuales Colombia se rendía ante esa organización narco terrorista. Al igual que con Pablo Escobar, a las Farc se les hizo una “constitución” con sus propios jueces (JEP), con sus propias normas y con sus propios procederes. La paz fue falsa, ya que durante la negociación, el presidente Santos les dio todo para su vanidad del Nobel. No los combatió, no fumigó sus cultivos, dejó que exportaran droga por todos los medios, acuarteló al ejercito, terminó con la FAC y los aviones, otrora gran instrumento contra la delincuencia. Si a los terroristas no les hacen nada, ellos se comportan bien, si no se meten con sus negocios, ¿para que secuestrar?, si los dejan comercializar la cocaína, ¿para qué el abigeato?, si nos los combaten, ¿para qué comprar más armas?. El panorama de hoy es claro, incrementan su pie de fuerza y se enriquecen. Hay ya cifras que dicen que el negocio de la cocaína es dos veces más grande que el negocio del café, alrededor de 15.000 millones de dólares al año en ingresos en manos de un puñado de narcoterroristas. Más de 2.500.000 colombianos viven del café y solo producen la mitad que los 20.000 narcoterroristas del ELN, EPL llamadas disidencias de las FARC.

Con el nuevo presidente del partido Centro Democrático, se encienden las alertas de los grupos delincuenciales tras 8 años en el paraíso. Están probando el talante del presidente Iván Duque, le miden el aceite y se raja. Los Elenos que estaban en la Habana en la mesa de negociación implementada por el ex presidente Santos, querían partir desde lo ya logrado por las Farc proyectando lograr más. Para tener una posición de control en la mesa, quiere demostrar poder y comienzan nuevamente los secuestros, comienzan los asesinatos de los líderes sociales, la mayoría de ellos asesinados en las zonas de producción y comercialización de la droga. ¿Quiénes los asesinan?, blanco es, gallina lo pone… y lo más increíble, los grupos de izquierda salen a protestar por el asesinato de ellos; todo crimen es reprochable y debe ser esclarecido, pero no salían cuando Santos era el mandatario, y resulta ¡insólito!, se acaba de dar a conocer que no hay registros de asesinatos de líderes sociales desde el año 2016. No es que no los hubiera, no los tenían registrados, otra prueba más que esa paz era una farcsa.

En la Colombia de hoy, se continúa con actos de rebeldía y el presidente es muy blando; se creen los dueños de la mesa y para dar un golpe de opinión, del nivel de Pablo Escobar donde solo quería generar terror, ponen un carrobomba en una estación de policía. El tiro les sale por la culata, repudio generalizado por la acción, y el presidente Duque sale el primer día con un discurso totalmente insulso y falto de carácter, pero por la presión de toda Colombia. El día 18 de enero cierra la mesa de negociación, re activa las ordenes de captura de los líderes del ELN . Sólo falta que saque al ejército de los batallones y hagan su deber, acabar con un grupo de criminales que tiene sometido al país. Pero no tardaron en salir los dirigentes alcahuetas de las guerrillas a decir que no es buena señal acabar con la mesa de negociación, que la paz lograda no se puede destruir, que se debe volver a conversar. Por favor, respeten la inteligencia de los Colombianos, la elección de Duque fue una clara señal que los colombianos desean un cambio, desean mano firme y añoran la época en la cual Colombia vislumbró una verdadera paz, el período 2002 - 2010.

H
ay otras acciones urgentes para un país que se disuelve. Falta muchísima fumigación y erradicación forzada de los cultivos ilícitos, cerrar la JEP y terminar el acuerdo de paz con las FARC que Colombia rechazó en el plebiscito del 2 de octubre, y claro está, una real reforma agraria e industrial que permita suplir la falta de oportunidades en esos territorios.

La historia en el mundo, debiera servirnos en la mala hora de Colombia. Neville Chamberlain, por no increpar a Adolf Hitler durante su invasión de Austria y luego de Checoslovaquia, decía que debía voltear la mirada de ese dictador para mantener la paz de Europa, una falsa paz lograda por un mal acuerdo firmado en Versalles. Solo un hombre decía que no se podía permitir que un criminal hiciera lo que quisiera sin recibir castigo, sir Winston Churchill, quien dijo: “el que se humilla para conseguir la paz, se queda con la guerra y con la humillación”.

Carlos Andrés Echavarría Blandón es Ingeniero Civil de la Universidad Nacional, Especialista en Gestión Empresarial de la Universidad Santo Tomás, Creador de empresas y líder en emprendimiento con amplio reconocimiento público y privado en razón de sus Asesorías e interventorias.

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La Calle Lo Dice, analiza el tema del terrorismo en Colombia, con su colaborador Carlos Andrés Echavarría Blandón. Imagen Wikipedia