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...mientras las capitales no tienen capacidad de reacción ideal para la situación, el resto de país está a la merced de medidas estrictas de confinamiento, que si bien se encaminan a evitar la propagación del virus, no atacan de fondo la causa del problema, la cual es la falta de infraestructura digna de salud para todos los colombianos.

JUAN DIEGO BARRERA ARIAS
Abogado Universidad de Antioquia
Barrera Arias Abogados & Asesores
[email protected]

No cabe duda que la actual situación de pandemia es una situación inédita, una situación única y excepcional, un periodo histórico de recordación por muchos años para esta época contemporánea, pero al mismo tiempo un episodio que ha dejado ver las verdaderas realidades, las circunstancias de lo que se vive en Colombia y sus instituciones.

Considero que nunca puede dejarse pasar de lado cualquier realidad para aprender a entender lo que sucede; y que este examen de conciencia no debe ser realizado desde el punto de vista sólo personal, sino también; como es propio de este espacio de opinión, desde el punto de vista de nuestro país. Si bien Colombia en los últimos años ha emprendido grandes esfuerzos para luchar contra las brechas sociales y económicas que nos acompañan desde nuestra misma fundación nacional (a propósito de un aniversario más del grito independentista); es notorio que la actual pandemia ha desnudado todos los problemas; ha dejado entre ver cada vez más las dificultades sociales, los abismos entre las diferentes regiones y los altos índices de corrupción que no se escapan a cualquier nivel de la organización estatal. Si bien el Covid – 19 podría ser entendido como una ocasión para afrontar cambios, no puede dudarse que en Colombia el Covid – 19 puede ser al tiempo una situación que conlleve al desmoronamiento de gran parte de nuestro sistema estatal conformado; dado que cada día que pasa demuestra su incapacidad para lograr afrontar de manera certera las consecuencias directas de la pandemia.

Debemos de partir de un punto de vista muy claro; el derecho no tiene la capacidad de cambio de las realidades; la institucionalidad está ligada al mismo ciclo; las realidades sobrepasan en muchas ocasiones las capacidades institucionales y ello no significa, de manera directa, que la institucionalidad no sea eficiente, pero si es un síntoma que requieren de una constante adaptación y verdadera responsabilidad para combatir las consecuencias adversas de las situaciones.

En Colombia, el Covid – 19 ha reflejado dos situaciones muy claras en cuestión de institucionalidad: i) la primera es obvia y conocida, la corrupción ha generado un atraso de décadas en toda la infraestructura necesaria para el país: salud, educación, conectividad digital, infraestructura terrestre, escenarios y circunstancias que al momento agravan la situación derivada de la pandemia y ii) cada día que pasa se evidencia con más gravidez la disparidad en el desarrollo de los grandes centros urbanos del resto del país.
Del primer ítem tratado, debemos tener presente que si Colombia es un país en el cual, en circunstancias ordinarias, no hay una capacidad institucional para combatir la corrupción; míseramente, en situaciones extraordinarias como la pandemia, hay más capacidad de defraudar el erario y hacer el “agosto” dé cuenta de la contratación de urgencia para combatir la pandemia; si bien ya lo hemos manifestado en este espacio, la cultura hace parte de la determinación de un país honesto y uno corrupto; también es cierto que mientras alcanzamos tal grado de civilidad en lo público, requerimos de herramienta y andamiaje estatal fuerte para combatir la corrupción. Cada acto de corrupción es un acto de deshonra a los postulados constitucionales; dado que defraudan los fines para los cuales se ha constituido nuestro Estado; y ello en detrimento directo de cada uno de los que conformamos parte de la nación colombiana. Desde el acto más sencillo hasta al más grave, es la corrupción en Colombia un cúmulo de acciones que, por su cotidianidad, han pasado del agravio a la aceptación social; cada día nos sorprendemos con un nuevo acto de corrupción más embarazoso; el cual nos hace olvidar su antecesor y estar a la espera de un nuevo hecho de corrupción que nos sorprenda. La visibilización de la corrupción nos ha llevado a aceptarla y hacerla parte de nuestra forma de vida; y peor aún, cómplices de la misma, ya pocas cosas nos sorprenden y que la corrupción en pandemia este aumentando, nos parece un silogismo o resultado lógico de la situación.

De otro lado, y no menos grave que el anterior ítem, la actual situación de pandemia nos permite evidenciar una Colombia conformada por los grandes centros urbanos y por aquella que resta y que podríamos denominar la Colombia rural. Los abismos entre la Colombia de las grandes capitales, y los demás municipios del país, son evidencia de un completo desdén y abandono por parte de las políticas estatales para un crecimiento congruo tanto del centro como de la periferia del país. El atraso en infraestructura, en educación, en servicios públicos, en salud, en conectividad digital, son un ejemplo vivo que permite entender que existe una pandemia en la ciudad, otra en las grandes capitales. Que las grandes capitales aun a pesar de sus capacidades financieras de inversión y empleo; presentan atraso y desigualdad; lo que permite entender que las situaciones de los demás territorios del país no dejan de ser mucho más graves. Que una de las estrategias para enfrentar la crisis es evitar que lleguen personas de otros lugares, a sabiendas que es el desarrollo sobre mesurado y el olvido mayúsculo de la periferia lo que lleva a entender que el campo y el sector rural se quede inhabitado.

El Covid-19 ha permitido entender esto en el campo de la salud, las UCIs de los principales centros urbanos son escasas para atender una suba exponencial de los contagios; y mientras las capitales no tienen capacidad de reacción ideal para la situación, el resto de país está a la merced de medidas estrictas de confinamiento, que si bien se encaminan a evitar la propagación del virus, no atacan de fondo la causa del problema, la cual es la falta de infraestructura digna de salud para todos los colombianos.

Cada día que pasa es un reto más para nosotros como ciudadanos y el Estado como institución; afrontar la pandemia y pospandemia es el principal reto que debe permitirnos reconfigurarnos, y establecer una sociedad con vigencia concreta de Estado Social de Derecho para todos.

Juan Diego Barrera Arias es jurista de la reconocida firma Barrera Arias Abogados & Asesores. Abogado de la Universidad de Antioquia, es innovador pedagógico, como Director Canal Youtube, La Nota Jurídica. Hace parte del Grupo Consultor de la Escuela del Buen Vecino en la SAI.

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Nuestro connotado jurista de Escuela del Buen Vecino, doctor Juan Diego Barrera Arias, invita a reflexionar sobre la crisis de Colombia en la pandemia. Imagen cortesía portal as.com