TEMA FOROCHAT / [email protected]
Medellín 22/04/2022 Constitucionalista Dominik Demaría, y su entrevista: Economía en programas presidenciales con el Veedor de las campañas, el también constitucionalista Francisco Zapata Vanegas.
Hace unos días, ya usted se pronunció sobre el enfoque político de los aspirantes a la presidencia de Colombia 2023 - 2026, hablemos ahora de economía: Todos los candidatos coinciden en que hay que derrotar la pobreza, y lo urgente es derrotar el hambre, ¿cómo lograrlo?
He revisado en la web sus propuestas, y me uno a esa voz común, es urgente para hacer frente a la pobreza derrotar el hambre, tenemos al corte de febrero una inflación que supera el 8% y se vaticina muy pronto llegar al 9%. Pandemia, crisis logística, guerra en Ucrania y el coletazo feroz del paro del 2019, nos tiene destinando para la canasta familiar más gastos de lo que ingresa a un hogar promedio en el país.
¿Pero somos la economía que más crece en la región?
Es cierto, y según FMI y Banco Mundial, para este año iremos por el 5,8% muy por encima de los países de la región, la China esta creciendo a un 4,8% con previsión de descenso al 4,3%, sin embargo debemos tener en cuenta los flagelos ya expuestos que afectan toda la cadena a nivel global. El virus económico de la inflación es de tal impacto que la de los Estados Unidos es la peor en 40 años, en la Argentina ronda ya el 60%, los bancos emisores desde México hasta Chile suben tasas de interés para frenar maratónicamente la inflación.
Bien, si el tema urgente es el hambre, ¿cómo lo encuentra usted tratado en los programas presidenciales?
He revisado el asunto con lupa en este papel serio y delicado de Veedor, y todos de entrada parecieran muy juiciosos cuando se ocupan de seguridad alimentaria y de la soñada soberanía alimentaria.
Pero, ¿qué es lo uno, y que es lo otro?
Seguridad alimentaria como lo recuerdo de mi maestro de Hacienda Pública Gabriel Londoño en la Universidad de Antioquia, es disponibilidad suficiente y estable de alimentos, el acceso y consumo oportuno y permanente en cantidad y calidad para todas las personas. Algo así como una alacena completa y sin faltante en cada familia.
La soberanía alimentaria en cambio, apunta más a la autosuficiencia, es decir, no depender de las importaciones. Se suelen escuchar voces alegres decir que lo que debe hacerse es no dejar ingresar alimentos, y punto.
¿Y cual candidato lo puede hacer según su papel de Veedor?
Muy fácil la respuesta, el que gane las elecciones.
¿Pero, que requiere ese ganador para lograrlo, como salvarnos de otra frustración, esta vez catastrófica?
Su pregunta comporta otras más. Mire, todos en sus anuncios dicen el que, pero se rajan en el como, entonces veo aparecer algo muy peligrosos que es el populismo. Son poéticos con sus plegarias en lo ambiental, la urgencia de afrontar el cambio climático, pero yo les recomendaría empezar por lo primero: la crisis alimentaria aprendiendo de los presidentes Lasso y Fernández de nuestras vecinas Ecuador y la Argentina. Ellos están hablando de redimensionar para toda Suramérica el Mercosur, y eso tiene mucho sentido, con la guerra en Ucrania está entrando en crisis la era de la globalización y con ello sobrevendrán los bloqueos. Se hace entonces necesario constituir mini bloques al mejor estilo de los Buenos Vecinos para el intercambio alimentario, la misma Constitución del 91 manda la unidad latinoamericana, seamos menos ideologizados y más pragmáticos, la zona vecinal común es la opción.
Elegiremos nuevo Presidente, ¿cómo seria la presencia entonces de Colombia en su planteamiento?
No importa quien gane, lo fundamental es la claridad, decisión histórica y pragmatismo de ese nuevo gobierno decidido a ganar un lugar en la historia antes de irnos al abismo. Comienza con entender lo que no hemos querido, que nuestra vocación es agropecuaria, entonces se requerirá de lo político como voluntad de un gobierno y un congreso adoptando decisiones audaces, aparejado a eso, lo científico y técnico contando por vez primera con un Ministerio de Agricultura sustraído al reparto de cuotas. Un gobierno que tenga presente que en el 2021 importamos 13,8 millones de toneladas de bienes agropecuarios por 8.701 millones de dólares (maíz, trigo, soya y cebada) con destino a concentrados para animales. Pero también carne de cerdo, café, frijoles, papas, leche en polvo y arroz.. No faltaran las voces alegres que recomienden lo más fácil: cerrar las fronteras al ingreso de todo esto, pero todos ellos desconocen los subsidios que los gobiernos si tienen en otras latitudes para producir más barato, aquí simplemente al encerrarnos, entonces se encarecería todo.
La pregunta del millón, ¿cómo poner en marcha ese sector agropecuario colombiano?
La respuesta muy compleja y sencilla a la vez, se lograría creando lo que los hacendistas denominan circulo virtuoso sustentado en sembrar y cosechar lo que el país necesita, eso nos dará seguridad alimentaria, generamos empleo y disminuiremos la pobreza en el campo.
Desde lo científico, hay que adoptar la viabilidad de germinación de semillas en nuestra geografía escasa en potasio y en depósitos de rocas fosfóricas, nuestras universidades cuentan con centros de investigación que a cada rato promueven avances. Cambiar la errática apuesta de extensas siembras y apuntarle más a mejorar la productividad, y aquí viene lo técnico: más distritos de riego, aplicar factores de asistencia técnica, acceso al crédito dejando en el pasado el oscuro tema de los subsidios, vías de comunicación como punta de lanza, e incorporar una muy buena mano de obra técnica de nuestros hermanos venezolanos que aquí tenemos ya regularizados. También aprender la buena experiencia en el vecindario: Argentina, Perú, Brasil, México o Chile. Y para completar la ecuación, cadenas de suministros y acompañamiento a productores de todos los tamaños.
Pero en Colombia, ¿tenemos con que hacer eso?
Desde hace rato, y el mundo lo sabe, pero nosotros seguimos de espalda. Nuestros suelos agrícolas son de algo más de 36 millones de hectáreas, de las cuales se cultiva aproximadamente una séptima parte y casi un 60% se destina a ganadería, y seguimos centrados en ese frente a sabiendas del efecto devastador que esta vocación causa a nuestros suelos. Contamos con una riqueza hídrica cinco veces y media el promedio mundial y gozamos de pisos térmicos distintos. ¿Qué ha sucedido con los poderes ejecutivo y legislativo, si contamos con toda la bondad que consagra la constitución en lo atinente al desarrollo del campo?
Interesantes sus planteamientos, mucho más cuando provienen de un constitucionalista, ¿pero a los candidatos solo se les escucha hablar de cambio climático?
Mi paso por la presidencia del Concejo de Medellín, mi labor como legislador, solo me enseñaron la vocación de estudiar, no tanto ciencia política, sino economía y hacienda publica. No es serio quien se apasione con el servicio público y no estudie a profundidad los problemas globales desde lo local, hay quienes se ilustran con la enciclopedia Tik Tok.
Me esfuerzo por dar una respuesta integral a sus preguntas. Colombia tiene todo para convertirse en potencia mundial en producción de bienes agropecuarios, claro está que de manera paulatina tendremos que ir cerrando el grifo del petróleo y abandonar los combustibles fósiles, pero eso no se hace intempestivamente porque se quiebra la economía y quedamos en completa hambruna, mire que ni las potencias son tan torpes para hacerlo. En la Escuela del Buen Vecino de la SAI hemos aprendido a reflexionar los problemas del ambiente sostenible y cambio climático gracias a la tutoría del Grande de Antioquia Alberto Piedrahita Muñoz. Cuando Colombia se decida por la vocación agropecuaria, estaremos trasegando seriamente y con responsabilidad por ese camino del desarrollo sostenible, entonces seremos serios y responsables con el cambio climático si organizamos la casa.
FC