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Las 8 muertes de Darío

LA CALLE LO DICE / [email protected]

Señor Director:

Sobre mi ídolo, tu ídolo, el ídolo de todo el pueblo: Darío Gómez, es para mi profundamente triste y doloroso contarles mi historia rebosada de tanta coincidencia fatal. A mis 28 años cumplidos el pasado 18 de julio, - vida que es corta para tanto dolor ya vivido- , afirmación que hago porque les digo a todos ustedes que ya son 8 seres que han partido de mi familia bajo el signo de sufrimiento en conexión con la obra de Darío, de sus desgarradoras canciones. Como inicio de mi cruel historia, empiezo por contarles que fue exactamente a las 8 de la noche del pasado martes que me desperté para tomar mi medicamento, cuando mire en mi teléfono el aviso de la muerte del juglar popular, del rey del despecho Darío Gómez.

Para comenzar desde atrás, contaba con 8 años vividos y justo me toco vivir el acontecimiento que a todos nos deja herida que jamás cierra: la muerte de la madre; recuerdo que mi papá me pidió que en el cementerio La Candelaria donde se sepultaba mi mamá, llevara escrito en un cartel esto que mi madre le decía se leyera como último deseo: "Cuando ustedes me estén despidiendo con el último adiós de este mundo, no me lloren que nadie es eterno. Nadie vuelve del sueño profundo. Sufrirás, llorarás, mientras te acostumbres a perder, después te resignaras cuando ya no me vuelvas a ver", tarea que cumplí al pie de la letra, pero pensar que a los meses siguientes los médicos solo le dieron algunos meses de vida a mi padre, entonces, él mismo me dijo con esa serenidad de siempre, que quería que yo le hiciera sonar la misma canción de Darío Gómez, y que no sufriera, que todos éramos pasajeros en este mundo, "recuerda hijo, que nadie es eterno", me dijo. También hice su voluntad.

Muy luego, mi hermano mayor, que era el más apegado a papá, recuerdo que ya no dormía ante tanta ausencia, se volvió de malos amigos, licor y otras cosas; un día que no salió de casa porque tenía un enemigo muy declarado, me dijo viendo el clásico de futbol por la TV que si llegaba a morir, no olvidará leerle siquiera un párrafo de "nadie es eterno". Sus palabras fueron premonitorias, ante su muerte, y aunque ya no me iba bien con él, su deseo se lo cumplí como hermano de noble palabra.

Ahora que las noticias dicen que Darío Gómez quería que lo despidieran cantando su emblemática canción al momento de su muerte, eso mismo fue lo que le dijo a mi tía mi hermana mayor, días después del embarazo cuando le descubrieron la leucemia. Ella murió postrada en cama a causa de una complicación renal, y fue a mi tía la que le tocó alzarse una grabadora para la sala de velación Villanueva de Medellín, allí en esa tarde le hizo sonar varias veces "nadie es eterno" como último deseo. Pero allí mismo recuerdo, se vivió un momento bochornoso y caótico por cuenta del papá del niño, él quería como un hombre bobo a mi hermana porque era la única novia de toda su vida, lo visto allí fue todo un episodio de novela, no hacía sino llorar agarrado del hombro de uno de sus compañeros de trabajo. Recuerdo que daba golpes de furia al féretro mientras le cantaba a gritos "nadie es eterno" y exclamaba que pronto se reuniría con ella. A las semanas siguientes ya no llegaba los sábados a dormir. En mi mente quedó como fatal trauma los gritos de mi tía esa mañana de domingo, era eso de las 8 de la mañana cuando entró la llamada de la policía avisando que mi cuñado había muerto al chocar su moto en horas de la madrugada. Para esa fecha mi tía estaba apenas recuperándose del covid, y como no pudo ir al cementerio, a mi me tocó colocarle la canción desde mi celular.

Pero los golpes bajos de la vida no han parado para mi. Hace apenas dos años, mi profunda tristeza volvió a ser del tamaño de la muerte de mi mamá; ya se trataba del caso de mi hermano menor que era mero cerebro, ¡todo un teso!. Que orgullo ver como en el colegio siempre quedaba de primero del grupo ganando lejos el titulo de mejor estudiante. Recuerdo los días que se quejaba de jaqueca durante toda esa semana antes de su muerte. Es cierto que tardamos un poco en reaccionar, había recibido un fuerte golpe con balón en su clase de educación física, y cuando los médicos hablaron de un aneurisma que requería cirugía urgente, mi tía y yo lloramos desesperadamente, pero aunque el médico informante dijo que con 18 años mi hermano resistiría, la mirada de mi hermano se veía triste y apagada, recuerdo que nos tomó de las manos a mi tía y a mi, ya sentíamos su frio de congelador, y se nos bajo el alma cuando nos dijo que estuviéramos tranquilos si no regresaba, pero eso si, que lo recordáramos siempre con la canción "nadie es eterno". Ese otro trago amargo de poner a sonar la canción en el sepelio menos mal le tocó a su novia. En mi mente perdura esa triste, fría, y lluviosa tarde de domingo.

Las 8 muertes de Darío se completan con la partida de la mitad de mi corazón. Hace dos años se marcharon mis abuelos, ese maldito covid se los llevó a los dos; mi mamita cuando salía para el hospital le dijo a mi papito que estaba lista para viajar al cielo, que allá lo esperaría, que le prometiera cuidarse mucho, y que la despidiera con una sonrisa y cantando "nadie es eterno". Mi abuelito como eterno enamorado y envuelto en un mar de lágrimas, le advirtió que eso no iba a suceder, y que sería a él que ella le cantaría la canción. Mi abuelita murió en la madrugada del mismo día que la internaron, recuerdo que con mis primos entonamos la canción, ya en esos días mi abuelito estaba muy decaído como preludio, en la semana siguiente, un maldito martes, murió mi abuelito de un infarto. A los dos no les faltó la canción sonando allá en el cementerio La Candelaria; es más, les llevamos todos los primos una enorme cartelera que se las dejamos pegada en la lápida con letra en negro que decía: "Cuando ustedes me estén despidiendo con el último adiós de este mundo, no me lloren que nadie es eterno. Nadie vuelve del sueño profundo. Sufrirás, llorarás, mientras te acostumbres a perder, después te resignaras cuando ya no me vuelvas a ver".

Por si las moscas, yo le vengo pidiendo a mi novia y a mi tía, que si llego a morir primero, no quiero saber nada de esa canción tan "ferrocarrileramente triste", sería un tormento para uno de ser verdad que uno después de muerto siente y escucha lo que hacen y dicen. Por eso para mi, ya son suficientes estas 8 muertes de Darío Gómez que a mi familia hundió en el dolor y la tristeza. Estas son razones suficientes para que les pida a mi tía y novia que en mi caso, me pongan al viejo Diomedes con una muy buena que dice: "Si yo pudiera alzar el vuelo
alzar el vuelo como hace el cóndor que vuela alto muy alto
me fuera lejos, pero bien lejos
adonde nadie nunca supiera...

Manuel Felipe Restrepo V.
Licenciado en Artes

La Calle Lo Dice es la sección de los libres pensadores; la sabiduría popular y los puntos de vista de nuestros lectores. Los escritos aquí publicados, son de exclusiva responsabilidad de sus autores, lo que significa que no compromete la independencia y ética periodística del portal universitario www.forochat.com.co

La Calle Lo Dice registra en su sección una sentida carta del lector. Mediante testimonio familiar se recuerda al cantante popular Darío Gómez ya fallecido.  La imagen de animación es cortesía del Diario Femenino.