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EL CAER DE UNA GOTA

MILDRED ESTEFANÍA ROLDÁN LÓPEZ
Escritora de relatos infantiles
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Todos sabemos que al caer las gotas de agua se desintegran quedando esparcidas hasta secarse o se unen a otras y viajan con la corriente; Gupi se negaba a caer, ninguno de estos dos destinos le parecía atrayente, ella no entendía por qué era inevitable caer, por qué no podía quedarse allí suspendida eternamente, en esa hoja tan cómoda y agradable que la había visto crecer. Gupi era una pequeña y brillante gota de agua llena de energía vital, le gustaba descansar bajo la sombra, o dejarse invadir por los rayos del sol, tenía largas y hermosas charlas con las gotitas vecinas y con sus compañeras de hoja, pero una a una ellas iban deslizándose, dejándola sola y en ocasiones triste; y es que Gupi ya había experimentado antes lo que era desprenderse y caer, tuvo que separarse de su familia al descender de la oscurecida nube que los abrigaba, ella no quería caer otra vez.

A veces parecía como si partes de ella comenzaran a deslizarse pero solo eran sus lágrimas, melancólica por su futuro, otras veces se aferraba con tanta fuerza a la hoja intentando subir, que se balanceaba casi para soltarse y entonces rápidamente se quedaba inmóvil por horas, hasta que el temor por su cercana caída se apaciguaba. Cuando preciosos animales se posaban en su hoja ella les gritaba que no fuesen a moverse mucho, ellos le preguntaban la razón y ella empezaba a contarles su historia; la radiante mariposa permaneció a su lado consolándola y contándole lindas anécdotas de cuando dejó de ser capullo y empezó a volar, el ave turpial se rió de ella y salió campante, el colibrí con su rápido volar no alcanzó a escucharla y la libélula desde
la lejanía pudo decirle con cariño que todo estaría bien.
Una linda mañana cuando el sol brillaba con todo su esplendor, Gupi comenzó a balancearse con gran fuerza, miró a los lados y nadie pisaba su hoja, ella no se estaba moviendo para escalar, el viento no soplaba intensamente, sí, era el momento de caer. Al comienzo empezó a mover su cuerpecito intentando subir o aferrarse, luego se rindió y se entregó a la tristeza pero cuando estaba a punto de desprenderse pensó que si había de caer lo haría con voluntad, cerró sus pequeños ojitos de gota y se soltó, al abrirlos esperaba verse desplomada a punto de secarse pero cuando lo hizo vio las nubes correr por montones, el sol extrañamente estaba mucho más cerca, miro hacia los lados y vio un gran plumaje, miro hacia el frente y vio un gran pico, sorprendida supo que en el momento de caer, una gigantesca ave volaba justo debajo de su hoja, y en lugar de esparcirse en la tierra quedó posada en las plumas de este lindo animal.

Nunca había sido tan feliz, era muy divertido estar sobre esta grandiosa ave, recorrió grandes distancias, conoció otras gotas temerosas que sin llegarlo a imaginar caían allí, todas se convertían en unas gotas viajeras, valientes, su hogar era esta ave y su pasión era conocer. Gupi nunca más volvió a temerle al futuro, pues podría traerle maravillosas aventuras. Dar un paso al frente siempre dará miedo, expresar lo que se siente, tener nuevas ideas, explorar otros juegos y retos siempre será difícil pero dar ese primer paso, aún tembloroso e inseguro será el primer escalón para hacer realidad nuestros sueños.
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Desde el mágico mundo de los cuentos nuestra talentosa relatora Mildred Estefanía Roldán López nos trae su nueva obra : El caer de una gota.

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