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CRISIS EN LA UNIÓN EUROPEA, ¿EL REGRESO DEL AUTORITARISMO?

FRANCISCO ZAPATA VANEGAS Profesor y Constitucionalista
Escuela del Buen Vecino
Cada día es un punto más alto en crecimiento del nacionalismo étnico radical en Europa, Norteamérica, y quién creyera, en toda Latinoamérica y el Caribe.

En otras latitudes el proceso se mantiene oculto pero en ebullición a la manera de un volcán que todavía nadie percibe. Hace poco, Israel aprobó una norma de acción política de exclusivo sentimiento nacional solo para los judíos, y el radicalismo étnico se siente igual en otros frentes; el hebreo se ha proclamado como el idioma oficial, restándole toda importancia al árabe.

En pleno auge del siglo XXI, el antisemetismo, el fundamentalismo, el racismo, aparecen como los detonantes contra la globalización, anteponiendo la defensa radical del nacionalismo desde la pasión religiosa, sepultando con decisión todo principio, valor y compromiso civilista logrado en las grandes revoluciones universales, retrocediendo en los acuerdos de la posguerra, los mismos que parecían dejar en el pasado los cruentos holocaustos de la primera y segunda guerra mundial.

Estamos a punto de sentir los fuertes vientos del arrollador cambio. ¿Cambio para qué? Y es que como en la vida de cada persona, no siempre los cambios son para consolidar logros, en ocasiones para retrocesos históricos. Desde el referendo Brexit cargado de nativismo y xenofobia, los detractores de la Unión Europea crecen a rabiar, reclaman sepultar la globalización que ha representado cooperación, construcción de comunidad, una moneda común, y un orden de progreso mediante un acuerdo común económico. Los euroescépticos ante la Unión Europea, muchas veces populistas, constituyen la nueva ola que copa la ideología y el activismo en toda Europa, y cuyo argumento beligerante y de cierre de fronteras encuentra en la experiencia de la unión de naciones, toda la causa para los males que los aqueja.

Fracasos en el crecimiento económico de los países miembros con mayor desempleo, inseguridad en los territorios, ha dado lugar a recobrar el control de las fronteras para decidir a quién recibir y a quién no en sus territorios nacionales. El discurso de los partidos políticos de derecha en Italia, Suecia, Austria, Bélgica, y Lituania, están a punto de lograr unos 25 miembros, a fin de lograr imponer su dominio en el parlamento europeo en las elecciones del 2019, encontrando respuesta por doquier en la mareada desorbitante de euroescépticos.

La nueva generación de intelectuales también está al servicio de la causa. Ahora se cita al filósofo Edmund Burke para movilizar políticamente una reacción en masa hacia un objetivo concreto: disolver la Unión Europea. La frase: "Para que el mal triunfe, basta con que la gente de bien no haga nada". Dicen que la Unión Europea es una utopía, es un engaño, y que hay que poner punto final a la dependencia de poderes por fuera de la concepción nacional. Sí a los Estados nacionales, si a la libertad, igualdad, y fraternidad; pero solo dentro de las fronteras nacionales. “La opción libertaria es suprimir a Bruselas”, dicen.

El denominado "auge de la memoria" que tanto se ha vendido falsamente a Latinoamérica en orden a mantener, restablecer y enseñar los episodios pasados que recuerdan sobre momentos críticos, excluyentes y en ocasiones de barbarie, es precisamente lo que a los europeos les ha servido para añorar, fomentar, promover, y defender volver al pasado, al exclusivismo, y arrasar con toda clase de diversidad.

La Francia de la libertad se resiste a seguir enarbolando ese valor universal. La Alemania de ahora, agita la bandera de liberación de cualquier culpa por la larga noche nazi, encontrando un poderoso auditorio sensible a restablecer como mejor opción histórica los parámetros nacionalistas. En los Estados Unidos igual; los blancos temen convertirse en minoría como ya se vaticina para el 2045. Esa coyuntura estuvo muy bien aprovechada por Donald Trump para lograr la presidencia y atizar el nacionalismo económico, y la defensa del postulado añejo: América para los americanos.

Los regímenes de Vikor Orbán en Hungria, Jaroslaw Kaczynski en Polonia, y el furor del populismo en Italia, ya vienen haciendo la tarea de movilizar un cierto paramilitarismo secreto, pero que ya se expresa sin pudor alguno en calles, estadios, redes sociales, y centros de poder, que mediante la doctrina nacionalista y extremista, hablan incluso de anexión de territorios a sus antiguas naciones. Atrás la cooperación y las bases cívicas, con tal de defender de nuevo desde la sangre y la religión la propia identidad nacional. Es negarse a la política de la sociedad abierta que tanto enarbola en Colombia con Principios el constitucionalista, doctor Dominik de María. El ambiente allá y aquí se nubla rumbo a la obscuridad y al desastre total. Volver al factor étnico, a la identidad exclusiva y excluyente.

También en Latinoamérica el orden mundial liberal retrocede, no solo por caso fallido que representa la democracia venezolana, sino también por el comportamiento abiertamente racista, nacionalista y de ultraderecha de sectores colombianos, ecuatorianos, peruanos, chilenos, y argentinos, en contra de la población venezolana expulsada por las situación deshumanizante de sus vidas en su propio país. El mundo entonces enfrenta un retroceso en libertades y democracia. Realidades materiales están al día. Según datos confiables de Freedom House, los cuales traigo a consideración para sustentar mi post en el Forochat: hasta el 2017, 71 naciones sufrieron disminuciones en la garantía de derechos políticos y libertades civiles, y solo tuvimos avances únicamente en 35 países.

Ha sido entonces un engaño el haber pensado que en el siglo XX se había logrado consolidar la democracia liberal, pues ya hemos ilustrado claramente que el totalitarismo está de regreso a pasos agigantados con un panorama nada alentador, frente a grandes potencias poco interesadas en la integración, la cooperación y la práctica profundamente democrática de los valores de una sociedad abierta. En todo caso, el Nuevo Orden Mundial que estamos presenciando, es el de una Nueva Guerra Fría, animada especialmente por la Rusia del autocrático Vladimir Putin y por la Dictadura Comunista China, con quienes se han alineado Venezuela y sus aliados.FZV18

Francisco Zapata Vanegas es abogado Constitucionalista y Penalista Universidad de Antioquia, Autónoma Latinoamericana. Con trayectoria como profesor universitario en Antioquia. Reconocido hombre público.

ESCUELA DEL BUEN VECINO está integrada por libre pensadores, excelsos colaboradores con acreditado prestigio académico. Sus aportes son de su entera responsabilidad. La serie de colaboraciones no comprometen la linea Editorial oficial del portal forochat.com.co

Escuela del Buen Vecino. Crisis de la unión Europea, analizada por el profesor y constitucionalista, doctor Francisco Zapata Vanegas. Imagen Twitter