Homenaje póstumo en Medellín, Colombia, 27 de enero de 2024
Honras fúnebres en cementerio Campos de Paz
Por: FRANCISCO ZAPATA VANEGAS
Constitucionalista y penalista Universidad de Antioquia, Autónoma
Fundador:
Red Mundial Buen Vecino.
Es de autoría de un famoso pensador clásico, aquella frase que nos recuerda:
Lo
único que realmente nos pertenece, es el tiempo. En el mismo sentido nos ha
hablado los abuelos en su inmenso sentido común, cuando nos recuerdan ser
siempre productivos, cuando nos advierten que el tiempo que dejamos pasar,
jamás regresa.
Al honrar hoy a Santiago Giraldo Quintero desde su casa universal:
La Red
Mundial del Buen Vecino a la cual se disponía a ingresar como pre-Ivol, justo y
necesario es registrar su breve y a la vez inmenso paso por este mundo terrenal, y resulta oportuno hacerlo
en este encuentro de vecinos al cual ninguno de los mortales podemos
escapar, aquí, con la gracia de Dios, hacemos el escrutinio fructífero de su vivir como ser humano, como hijo, y como
emprendedor de sueños en su proyección de ciudadano productivo familiar y social.
Cuando apenas vislumbraba a lo lejos su tercer decenio de existencia, ya
Santiago era todo un comerciante apreciado y reconocido de la tradicional 45 del
icónico barrio Manrique de Medellín, sus claras realizaciones fueron posible, porque siempre tuvo claro a otro pensador
contemporáneo que nos recuerda que uno puede vivir 15, 20, 30, 80 o 90 años, y
siempre será existencia muy corta si de lo que se trata es de caminar en rutina por
la vida extraviado en el montón de seres sin brújula ni proyecto alguno de vida.
Hoy
recordamos a Santiago como vecino sinigual del universo, porque fue audaz y grande para
decir cosas dignas de recordarse, al tiempo que le ganó a la vida con sus
emprendimientos productivos en plena juventud desde la industria fruver,
realizaciones estas dignas de escribirse como ejemplo para tanto niño y joven con
vida desestimulada y precaria presencia desentonada socialmente.
El camino trasegado por Santiago, le comprometió el desvelo de la noche, con sus
ojos plenamente despiertos de día, como cuando siendo todavía un niño, lucho al
lado de su padre Otoniel Giraldo Vásquez en su colonización antioqueña primero
en Ecuador, luego en Venezuela, para levantarse de nuevo y volver a intentar
hacer grande su familia en Medellín, siempre honrando a su madre Idali Quintero, y con el abrigo paisa para
con su querida hermana Carolina. Su lampara siempre fue la de trascender, sin prisa y sin pausa,
incluso durante sus criticas recaídas en su estado de salud, animado siempre por
el amor en Cristo.
La vida de Santiago se desenvolvió alimentado por esa profunda fe juvenil, y su
tarea protagónica de escribir el libreto de todo un apasionante cortometraje de sucesivas
puestas en escena donde cada sobresalto le imprimió pasión y vida madura,
derrotando el pesimismo y la entrega resignada.
Gracias al creador, emprendió su viaje por tierras, mares, y latitudes buscando
construir con lucha y enconada fe cristiana su oportunidad de seguir en este mundo
construyendo vida. En Valencia, España, seguía produciendo mientras se aferraba
a nuevos tratamientos que por tiempos le vaticinaban progresos en vitalidad. Allí,
lejos de su familia y patria, habría de recordar sus años escolares escuchando
atento a sus maestros, mientras cotejaba su formación con los principios y valores
familiares.
Cada que se comunicaba con su padre, madre y hermana, les
exhortaba a tener fe, a creer en su mejora y pronto regreso a su tierra natal, a su
Colombia del alma. Él sabia que tanta vida agitada, fructífera, tesonera en modo
gladiador romano, solo dejaba a la voluntad de Dios cuando y como se daría su regreso a
casa.
Y el señor lo llamo a la casa de su padre, desde allí nos mira atento y sonriente en su
llegada a la meta que a cada uno nos espera, en su caso, con una vida sin bache
alguno, con maleta liviana y mirando con inocencia y plena calma a nuestro
creador. Con oraciones al señor, debemos agradecer la vida de Santiago, y honrar
su presencia de lucha permanente en su dignidad de la cruz que supo cargar
mirando al cielo con noble aceptación, nos deja su ejemplo de productividad sin
trampa, sin desidia, sin fraude familiar y cuidadoso siempre de su perfil social, estos son suficientes argumentos que nos
da para aceptar su joven y gran legado vecinal.
Santiago, como lo he advertido, nos invita a la aceptación, no a la
resignación, y es que al decir del filósofo Michael Foz, la
aceptación no significa resignación. Significa entender que algo
es lo que es y que tiene que haber un camino a través de él.
Archivo Pre-Ivol Escuela del Buen Vecino con los registros de la selecta y noble familia de la
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