UNA EXTRAÑA HERMANA

MILDRED ESTEFANÍA ROLDÁN LÓPEZ
Escritora de relatos infantiles
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Simón era un hermoso niño de mejillas rosadas y frondosos rizos oscuros que caían sobre su rostro combinando con su sonrisa y el espacio de algunos dientes que aún no mudaba.
Él adoraba entonar lindas canciones que él mismo inventaba y lo hacía a pesar de que nadie lo escuchara pues usualmente sus padres no estaban en casa, y aún extrañándolos siempre se las ingeniaba para entretenerse y jugar.

El gran sueño de Simón siempre había sido tener un hermanito, todos los días se levantaba y en medio de su inocencia esperaba al abrir los ojos encontrar a su lado a un hermanito, corría por toda la casa y lo buscaba en el baño, en la cocina, pero siempre recibía la misma respuesta de sus padres que le hacía tener que contentarse solo con historias de las aventuras que podría vivir con su hermano imaginario.
Simón fue creciendo y con los años estaba cada vez más seguro de que su sueño no se haría realidad, aprendió a disfrutar de su soledad y a jugar como si sus hermanos fuesen sus juguetes, a leerles cuentos y correr con ellos.

Y así pasó todos sus días jugando a que diferentes objetos de la casa eran su hermano, la silla, la escoba, los abrigos, todo lo que estuviese a su alcance. Cierto día, mientras jugaba un leve brillo entró por su ventana y le dio directamente en los ojos, él intentó cambiarse de lugar pero de nuevo ese brillo traspasaba la ventana y se hacía cada vez más fuerte, se acercó al jardín que daba a su cuarto y sus ojos se iluminaron en una expresión de sorpresa y admiración cuando vio la maravillosa creatura que se posaba en el pasto.
Era Blue la libélula, que tenía una largas alas plateadas que brillaban como un diamante ante los rayos del sol, danzaba en el aire y en el pasto feliz y llena de vida; al comienzo ella no supo que había alguien observándola, y continuo posada allí tranquila, pero cuando pudo ver ese gigantesco cuerpo en comparación al suyo, se asustó y salió volando, poco apoco fue rodeando a Simón casi como intentando reconocerlo, entendió que no le haría daño y divertida comenzó a volar de un lado a otro intentando jugar con Simón que de inmediato comprendió y comenzó a seguirla entre risas y saltos.

Todos los días Simón esperó paciente tal como esperó por tanto tiempo a su hermano a que esa hermosa lucecita traspasara su ventana y lo invitara a jugar, porque efectivamente este lindo ser se había convertido en el hermano que Simón siempre había querido, adornaba las hojas de sus libros cuando él leía, lo arrullaba con el mover de sus alas en la noche al dormir, su hermana la libélula lo acompaño y pudo recibir todo ese cariño que recibe todo aquel que no solo por haber nacido en la misma familia se convierte con el pasar del tiempo en un profundo hermano.