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EL ISLAM: DEL PAPA BENEDICTO XVI AL PAPA FRANCISCO

DOMINIK DE MARÍA Orden Franciscana Seglar y Activista Pro-Vida.
Constitucionalista Universidad de Antioquia - UPB
Coordinador Red Mundial Buen Vecino RBV

Con ocasión de la visita del Papa Benedicto XVI a Baviera (Alemania), su ciudad natal, pronunció allí, en la Universidad de Ratisbona, una pieza eclesial para la posteridad titulado “Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones”, en el cual hace referencia a un diálogo entre el emperador bizantino Manuel II Paleólogo (1350-1425) y un persa, contenido en la el libro Conversaciones con un musulmán. Séptimo coloquio, de autoría del teólogo alemán de origen libanés Theodore Khoury, publicado en los años sesentas (60s), en los siguientes términos: leí la parte, publicada por el profesor Theodore Khoury (Münster), del diálogo que el docto emperador bizantino Manuel II Paleólogo, tal vez en los cuarteles de invierno del año 1391 en Ankara, mantuvo con un persa culto sobre el cristianismo y el islam, y sobre la verdad de ambos. Probablemente fue el mismo emperador quien anotó ese diálogo durante el asedio de Constantinopla entre 1394 y 1402. Así se explica que sus razonamientos se recojan con mucho más detalle que las respuestas de su interlocutor persa. El diálogo abarca todo el ámbito de las estructuras de la fe contenidas en la Biblia y en el Corán, y se detiene sobre todo en la imagen de Dios y del hombre, pero también, cada vez más y necesariamente, en la relación entre las «tres Leyes», como se decía, o «tres órdenes de vida»: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento y Corán. No quiero hablar ahora de ello en este discurso; sólo quisiera aludir a un aspecto —más bien marginal en la estructura de todo el diálogo— que, en el contexto del tema «fe y razón», me ha fascinado y que servirá como punto de partida para mis reflexiones sobre esta materia.
En el séptimo coloquio (διάλεξις, controversia), editado por el profesor Khoury, el emperador toca el tema de la yihad, la guerra santa. Seguramente el emperador sabía que en la sura 2, 256 está escrito: «Ninguna constricción en las cosas de fe». Según dice una parte de los expertos, es probablemente una de las suras del período inicial, en el que Mahoma mismo aún no tenía poder y estaba amenazado. Pero, naturalmente, el emperador conocía también las disposiciones, desarrolladas sucesivamente y fijadas en el Corán, acerca de la guerra santa. Sin detenerse en detalles, como la diferencia de trato entre los que poseen el «Libro» y los «incrédulos», con una brusquedad que nos sorprende, brusquedad que para nosotros resulta inaceptable, se dirige a su interlocutor llanamente con la pregunta central sobre la relación entre religión y violencia en general, diciendo: «Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malas e inhumanas, como su disposición de difundir por medio de la espada la fe que predicaba». El emperador, después de pronunciarse de un modo tan duro, explica luego minuciosamente las razones por las cuales la difusión de la fe mediante la violencia es algo insensato. La violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma. «Dios no se complace con la sangre —dice—; no actuar según la razón (συν λόγω) es contrario a la naturaleza de Dios. La fe es fruto del alma, no del cuerpo. Por tanto, quien quiere llevar a otra persona a la fe necesita la capacidad de hablar bien y de razonar correctamente, y no recurrir a la violencia ni a las amenazas... Para convencer a un alma racional no hay que recurrir al propio brazo ni a instrumentos contundentes ni a ningún otro medio con el que se pueda amenazar de muerte a una persona».

Las anteriores palabras, muy bien fundamentadas por el papa Benedicto XVI, quien es un brillante intelectual y filósofo, enfurecieron a líderes y fieles musulmanes en el mundo entero, no obstante lo cual, el Papa se reunió con líderes musulmanes con ocasión de su viaje a Turquía entre el 28 de noviembre y el 1° de diciembre de 2006, entrevistándose con Alí Bardakoglu, ministro de asuntos religiosos, y alta autoridad del islam en Turquía, también visitó la Mezquita Azul del Sultán Ahmet, donde rezó junto al Gran Muftí de Estambul, lo mismo que con el Gran Rabino de la comunidad judía sefardí, y con líderes de la Iglesia Ortodoxa Griega y de la Iglesia Apostólica Armenia (Armenia fue el primer Estado en el mundo que se hizo Cristiano, en el año 301). No obstante la veracidad de las palabras del papa Benedicto XVI sobre la condición violenta del islam, quizá incurrió en cierta imprudencia, la cual puede ser aprovechada por los diferentes grupos musulmanes fundamentalistas y yihadistas del mundo entero.

El papa Francisco, mucho más conciliador y prudente, ha rechazado la condición religiosa del terrorismo, como cuando expresó en Roma, con ocasión del tercer encuentro mundial de Movimientos Populares, ante 5.000 participantes, que “Ningún pueblo, ninguna religión es terrorista”... Es cierto que hay pequeños grupos fundamentalistas en todos lados. Pero el terrorismo empieza cuando has desechado la maravilla de la creación, el hombre y la mujer, y has puesto allí el dinero... Hay un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera. De ese terrorismo básico se alimentan los terrorismos derivados como el narcoterrorismo, el terrorismo de estado y lo que erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso”.
A las críticas contra el fundamentalismo religioso, el papa Francisco ha incluido entre su ya extenso peregrinaje, numerosas visitas apostólicas a países y estados de mayoría musulmana, como Jordania, Palestina, Turquía, Bosnia-Herzwegovina, Georgia, Azerbaiyán, Egipto, lo mismo que al Estado judío de Israel.

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En su columna semanal FOROCHAT.COM.CO, Dominik De María, comparte los supremos valores aportados a la iglesia por parte del Papa Benedicto XVI, y su referencia a Francisco. Imagen Cadena SER