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FRANCISCO ZAPATA VANEGAS Analista Polìtico
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Somos impopulares, pero somos eficientes, es la frase audaz e inusual con la que Enrique Peñalosa quiere hacer frente al enjambre de críticos que desde distintos medios lo señalan de ser distante con la gente de Bogotá, y de no lograr siquiera un mínimo de aplausos de parte de la galería. Los aprobatorios titulares de la gran prensa también han estado ausentes durante todo su cuatrienio que ya está por expirar.

A decir verdad, muy poco aparece el flamante alcalde mayor de nuestra mega ciudad en los medios; ni siquiera en Canal Capital, aun a sabiendas de ser el supremo director oficial de ese importante medio televisivo. Tampoco se ha vanagloriado un solo día de posar como gobernante de otro país anexo a Colombia: el Distrito Capital; su población mal contada, registra a la fecha unos 10 millones de habitantes sumando nuestros hermanos venezolanos, y que cuenta con una industria y comercio emergentes que la catapultan como una de las 5 capitales latinoamericanas. Su sobriedad es pasmosa, no se inmuta el señor Peñalosa por ganar reconocimiento mediático internacional. Todos sabemos cuando estamos en el exterior que Bogotá es destino turístico pasivo, por lo que sigue siendo en muchos aspectos de antaño y de ahora, la Atenas Suramericana.

El populismo y la demagogia que caracteriza a los alcaldes y gobernadores, tan obsesionados por rendir culto a su personalidad durante sus periodos en municipios y departamentos del país, nos ha nublado la visión para impedirnos reconocer la gestión sería y eficiente del veterano alcalde de Bogotá, tan frío como el acero, pero tan seguro de su papel de gerente en el ejercicio de la función pública. La transformación de Bogotá en la movilidad, los mega centros educativos, el componente ambiental, y la infraestructura hospitalaria, se encuentran armónicamente conectados con su filosofía de Plan de Desarrollo Distrital denominada circuitos para el bienestar y la convivencia. Es algo así como una relación armónica de un todo público para la consecución de la tan anhelada Buena Vecindad, vinculando y entrelazando lo lejano y lo cercano del Estado hacia la conectividad integral con todos los aspectos administrativos, de ejecución en infraestructura y la prestación de los servicios públicos con el ingrediente de la sostenibilidad. La misma Veeduría Distrital 2016-2017, vocería de la ciudadanía, lo aprueba en su gestión en desempeño económico y social, la alimentación escolar en puntos 98 sobre 100, estrategia seria en reducción de nacimientos en mujeres menores de 19 años, disminución en reducción de trabajo infantil, reducción de 5 dígitos en homicidios, tratamiento del 70% de aguas residuales, y su proeza de construcción de 38 placas deportivas en los barrios en claro fortalecimiento de la recreación y el deporte vecinal rescatando espacios para la buena vecindad, que antes estaban en poder de los ilegales. Curioso que los aspirantes a la alcaldía de Medellín planteen muy orondos y sin sonrojarse, unos distritos deportivos que representan retrocesos a la descentralización local, contribuyen a la congestión en movilidad al desplazar niños y jóvenes a epicentros burocráticos, y auspicia el abandono de parques y placas deportivas vecinales, las que quedarán al dominio de la delincuencia y microtrafico.

Comparando con Medellín, este periodo de gestión que culmina nos deja una serie de acciones dispersas bondadosas como cinturones verdes, que a decir verdad, son cositas que de cierta manera enamoran, pero que se encuentran desarticuladas unas de otras. El vertiginoso cubrimiento del programa Buen Comienzo, altas cifras de cobertura escolar, y otro cable, le son propios a una ciudad rica que tiene con que mostrar resultados sociales. Tal vez es rescatable con claridad su acción decidida a combatir a los ilegales, a los que ante la mirada complaciente de anteriores administraciones, se han dedicado a someter las barriadas, a desplazar y apropiarse de los territorios en desmedro de la civilidad.

En el caso de nuestra capital colombiana, la historia registrará a un hombre de carácter concentrado en hacer lo que sabe, destrabando la mega obra del metro que ya es una realidad para ese país llamado Bogotá. Su tarea ha sido sobria, sin espavientos y lejos de el papel de showman. Está haciendo cosas inmensas y futuristas que el tiempo develará con la luminosidad del amanecer. Recuerdo que durante mis visitas a Lima y a Ciudad de México, los ciudadanos de a pie me hablaron con gran admiración de la apuesta del transmilenio y las ciclorutas de Enrique Peñalosa. Hoy entonces va resultando justo defender a este señor tan ausente de la pantalla libretiada, de un señor alcalde que se abstiene de abusar de dineros públicos para alimentar su ego. Podemos decir entonces que Peñalosa deja clara su estirpe de espartano al anunciar con todo valor civil y honestidad: somos impopulares, pero somos eficientes. FZV19

Francisco Zapata Vanegas es abogado Constitucionalista y Penalista Universidad de Antioquia, Autónoma Latinoamericana. Analista político, Asesor de entidades del Estado, y con vigente trayectoria como profesor universitario en Antioquia. Reconocido hombre público.

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En Líderes Globales Vecinales, el constitucionalista y analista político Francisco Zapata, analiza gestión del alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa. Imagen Wikipedia