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FRANCISCO ZAPATA VANEGAS Director Escuela del Buen Vecino
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La prudencia es la buena costumbre de razonar recta y cuidadosamente en todo lo que se debe hacer y decir. El prudente no actúa de manera impulsiva ni se deja llevar por las emociones: Ni por la alegría ni por la rabia; ni por el afecto ni por el rencor. El prudente conoce la situación, piensa en ella y luego actúa de manera sabia.

El prudente se hace experto en abrir puertas con su sola presencia, gestos, y lenguaje corporal. Es siempre bienvenido, e ilumina con su presencia los recintos y las vidas. El imprudente en cambio, genera oscuridad, siembra discordia, exacerba los espíritus, convirtiendo su propia vida, la de su familia y la del entorno social en santuario de tristeza, desasosiego y frustración.

No son prudentes las personas taimadas; aquellas expertas en ocultar sus sentimientos, sus emociones y sus verdaderas intenciones. Las que se amparan en una muy ensayada sonrisa que resulta ser de engaño y de sorpresiva traición. Tampoco lo son quienes aplican sus actorales para fingir un comportamiento, en procura de disfrazar sus verdaderas intenciones y sus bajas pasiones. La prudencia entonces, no es una técnica, ni una manifestación de la despreciable hipocresía.

Ante la naturaleza humana hay que estar alerta: ni todo es amistad, ni todo es lealtad. Una fingida prudencia es fiel hermana de la pura falsedad y, esa conducta de tan bajos instintos es propia de los trepadores, muy habitual en líderes opacos. Nos referimos a los tradicionales políticos de doble faz.

La historia nos actualiza con episodios de lo uno y de lo otro. Cuando en 1940, en plena segunda guerra mundial, Winston Churchill anunció al pueblo ingles amenazado por Hitler: "yo les ofrezco sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor", ganó un lugar en la historia por su prudencia descarnada y realista. Demostró estar a tono con los acontecimientos de su tiempo y, actuó oportunamente. No sucumbió ante los acontecimientos, no omitió su preciso deber, su actuación prudente lo puso en el lugar correcto, diciendo lo correcto. Ganó un lugar en la historia como aquel ser humano prudente que con un discurso ganó la guerra.

De la histórica prudencia convertida en grandeza de Winston Churchill, aprendimos sabiduría aplicable a momentos y circunstancias que definen la suerte de los demás. Él conocía la situación de su pueblo frente a la amenaza de la la Alemania nazi, y con sus palabras de arrojo, levantó el animo y sentimiento de su pueblo, logrando su acompañamiento fervoroso e incondicional. Ser prudente entonces, no es sinónimo de miedo, pavor, e indeterminación.

En otros eventos de nuestras vidas, el actuar con demasiada confianza, el subestimar las nocivas conductas de los otros, nos puede conducir a situaciones verdaderamente criticas. La ingenua prudencia nos convierte en seres imprudentes al renunciar a prever, a reflexionar riesgos, a vivir siempre dando un paso más adelante.

Mirar atrás en ocasiones nos puede ayudar. Para el efecto, rememoremos un episodio más de la segunda guerra mundial: cuando Churchill y Stalin aplaudieron a Hitler por sus actuaciones despiadadas contra sus enemigos al interior de Alemania. Jamás tuvieron la prudencia de prever, que se vendría luego contra ellos invadiéndolos, sembrando en sus pueblos muerte, terror y destrucción. La lección de prudencia: aprender a vivir cuidando a plenitud nuestro entorno en fraternidad con el entorno de los demás. El mal que no queremos, no lo deseemos a nadie. Y eso lo logramos con una vida virtuosa, una vida en prudencia siguiendo los principios de nuestro creador, observando las leyes armónicas de la naturaleza.

Vivir en prudencia es la humilde invitación. Según la etimología, prudente viene del latín "prudentis" cuyo significado es conocedor, experto, cauto. "Prudentia", el que ve por adelantado, o el que ve para adelante. Según el diccionario, prudencia es la "cualidad que consiste en actuar con reflexión y precaución para evitar posibles daños", sostiene Alejandro Rutto.

Tanta o poca felicidad, depende entonces de cuanta buena dosis de prudencia gobierna nuestras vidas. No sin razón, la histórica expresión de Federico Engels: "Tanta prudencia se necesita para gobernar un imperio, como una casa." FZV18 para TEMA forochat.com.co

FRANCISCO ZAPATA VANEGAS es abogado constitucionalista Universidad de Antioquia, Autónoma. Combina su ejercicio con la docencia. Es actualmente Director de nuestra Escuela del Buen Vecino haciendo parte de nuestros colaboradores semanales: Energía para el Alma en el portal forochat.com.co

La Prudencia, en Energía para el Alma, el esperado post del Director de Escuela del Buen Vecino, humanista doctor Francisco Zapata Vanegas. Imagen Wikipedia