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PERFIL IDEOLÓGICO DEL NUEVO PRESIDENTE DE COLOMBIA

DOMINIK DE MARIA Constitucionalista Universidad de Antioquia
Fundador en facebook Grupo Sociedad Abierta
Portavoz Red Mundial Buen Vecino RBV
El maestro que es sincero protegerá a los discípulos y les ayudará por todos los medios posibles a crecer hacia la verdadera clase de libertad; pero le será imposible hacer esto si él mismo está aferrado a una ideología, si es en alguna forma dogmático o egoísta.
Jiddu Krishnamurti
En política entendemos por ideología el cuerpo de ideas, creencias y propósitos que un grupo o actor político asume en la lucha por el poder, ya como oposición, ya como fuerza en el gobierno. La modernidad política conoció la ideología del nacionalismo que se concretó en la consolidación de los primeros Estados nacionales como Francia y España, continuada por las ideologías liberales y democráticas que sustentaron la Revolución Francesa, que tomó rasgos totalitarios, en tanto ultraliberales y ultrarradicales, lo cual evidenciaron en la intolerancia y la persecución religiosa, y en el militarismo expansionista del ulterior régimen presidido por Napoleón Bonaparte.

También en los regímenes supuestamente liberales, republicanos y democráticos que siguieron a las Guerras de Independencia contra la Corona Española, se consolidaron ideologías ultraliberales y radicales que despojaron a los pueblos Indígenas de sus derechos y territorios, y establecieron, en varios países, como Colombia y Ecuador, una severa persecución religiosa.

A finales del siglo XIX emergieron las ideologías Comunistas como la del Marxismo, y la del Fascismo, absolutamente totalitarias y cerradas, que sacralizaron la violencia y los regímenes políticos de partido único, y de culto al Estado y a su líder. La ideología fascista consiguió establecerse en Italia y en Alemania, llevando a la Segunda Guerra Mundial, y procediendo a perpetrar un inmenso genocidio sobre judíos, gitanos, eslavos y otras minorías raciales, étnicas, religiosas y sociales como los homosexuales. La ideología comunista, por su parte, tuvo éxito en Rusia, extendiéndose a Europa Oriental tras el final de la Segunda Guerra Mundial, lo mismo que en China y otros Estados de Asia. Tras la Revolución Mexicana de 1917, de condición ciertamente socialista y progresista, también se dio lugar a la persecución e intolerancia religiosa.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría, el mundo se dividió en dos bandos enfrentados, dando lugar a un Orden Mundial Bipolar, en que se enfrentaron dos (2) modelos politicoeconómicos: el Capitalismo, liderado principalmente por Estados Unidos y la preponderantemente demoliberal Europa Occidental, y el Comunismo, liderado por la Unión Soviética.

En América Latina, el Comunismo fue adoptado por las principales fuerzas guerrilleras que emergieron en buena parte de la Región, en países como Colombia (que padeció guerrillas comunistas como las FARC, el ELN y el EPL, todas de condición comunista) y Perú (donde el grupo guerrillero Sendero Luminoso, de ideología Maoísta, sembró el terror y el genocidio), y fue adoptado como ideología oficial del Régimen Cubano que siguió al triunfo de la Revolución de 1959, y que patrocinó varias de las guerrillas latinoamericanas desde los años sesentas (60s).

Tras el final de la Guerra Fría, el Comunismo fue derrotado como opción política y económica práctica y real, de suerte que Estados Unidos se consolidó como la única potencia bélica, política y económica en el Mundo, que de ser bipolar, pasó a ser unipolar, dada la absoluta hegemonía de Estados Unidos, de suerte que el Capitalismo demostró resultar el modelo más práctico, real y eficiente en la vida económica de las sociedades y de los pueblos.

La anterior fue la realidad política, social y económica que presidió el Nuevo Orden Mundial tras el final de la Guerra Fría, pero ya a comienzos del tercer milenio, se consolidó la emergencia de nuevas potencias económicas y militares, como China e India, y de la nuevamente potencializada Rusia, que volvió a emerger como potencia bélica, política, militar y económica, todo lo cual ha dado lugar a un nuevo orden mundial de condición multipolar, que lejos de afianzar o animar un clima de paz mundial, ha permitido la emergencia y explosión de nuevos conflictos bélicos, o la inacción ante los mismos, tal cual lo ha evidenciado la crisis siria, que ya lleva más de seis (6) años, respecto de la cual Rusia y China han impedido, a través del uso del derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, contribuyendo al inmenso desangre del pueblo sirio.

Esta multipolaridad de la geopolítica contemporánea, ha permitido pues, la continuidad, emergencia y consolidación de varios regímenes autocráticos, autoritarios, caudillistas, militaristas, dictatoriales y populistas, tal cual lo evidencia la actual situación de América Latina, donde la Dictadura Cubana ha conseguido su continuidad, sin siquiera suavizarse o abrirse políticamente, pues toda la apertura ha sido meramente económica; Venezuela, por su parte, ha pasado de ser un régimen populista y oclocrático (la oclocracia es el gobierno de las masas, de la muchedumbre) a consolidarse como un régimen narcodictatorial mafioso y militarista, que a su vez promueve los regímenes populistas y autocráticos que vienen padeciendo Ecuador, Bolivia y Nicaragua. El Régimen Venezolano, como régimen populista, se ha sustentado en dos (2) elementos fundamentales, siendo el primero, el nacionalismo, y el segundo, el socialismo. En cuanto al nacionalismo, el Régimen aduce enfrentarse contra el imperialismo liderado por Estados Unidos, enfrentándose también al Reino Unido y a los Estados de la Unión Europea, especialmente España. El Régimen Venezolano dice pues enfrentarse a la injerencia extranjera. En cuanto al socialismo, el Régimen Venezolano dice ser de izquierda y socialista, estableciendo como base ideológica de su modelo socialista, el denominado Socialismo del Siglo XXI, desarrollado, propuesto y expuesto por el sociólogo y analista político alemán y residente en México, Heinz Dieterich Steffan. El Socialismo del Siglo XXI defiende como alternativa al modelo económico capitalista, la llamada economía de equivalencias, pero sean cuales sean los principios o ideas supuestamente socialistas, equitativos, solidarios o igualitarios que dice promover, lo cierto es que el Socialismo del Siglo XXI no tiene ningún apego ni profesa ningún afecto a los Valores y Principios propios del Estado Constitucional y Democrático de Derecho, tal cual lo demuestra y lo evidencia la condición tremendamente Populista, Autocrática, Autoritaria y Militarista del Régimen venezolano, que ha sido uno de los principales promotores de la ideología del Socialismo del Siglo XXI, también invocado por tres (3) de sus regímenes aliados, cuales son Ecuador, Bolivia y Nicaragua. En la práctica, el tal Socialismo del Siglo XXI desarrollado en Venezuela, no pasa de ser el mismo Marxismo-Leninismo fanático y fundamentalista, a más de sacralizador de la violencia política, tal cual lo evidencia el lema “Patria, Socialismo o Muerte, expresado por Hugo Rafael Chávez Frías, por su sucesor Nicolás Maduro Moros y por los principales líderes y jefes que en todos los niveles, incluido el militar, defienden la supuesta Revolución Socialista.

No pocas veces las doctrinas ideológicas conllevan efectos profundamente negativos e inconvenientes para los pueblos, naciones, sociedades y comunidades, cuando tales doctrinas llegan al fanatismo o a la ortodoxia, tal cual viene pasando en el Régimen Populista y Dictatorial Venezolano y entre las sociedades y pueblos de sus gobiernos aliados en la región, donde las gentes se encuentran enfermas de Ideología, es decir, de Ideologismo, que es su exceso. Mientras la mayoría de los Estados Asiáticos, incluidos algunos Estados Árabes, se vienen ocupando del desarrollo tecnológico, de la robótica, de la modernización, y de concurrir al mercado global siendo competitivos, eficaces y eficientes; los gobiernos populistas de la Región Latinoamericana, contaminados de la atrasada y anacrónica Ideología del Socialismo del Siglo XXI, encapsulan a sus sociedades, pueblos, naciones, comunidades e instituciones, en el debate, discusión y profesión ideológica, mirando todavía hacia el pasado, en lugar de proyectar y proyectarse ante el futuro y el nuevo orden político y económico global, que precisa de una institucionalidad sólida y eficiente, lo mismo que de una sociedad civil empoderada e inmune a los regímenes políticos que pretendan neutralizarla, utilizarla o parasitarla. En cuanto a Colombia, tanto la Nación, como el Pueblo y las comunidades y sus líderes, padecieron una profunda indefinición ideológica por causa del bipartidismo, del Frente Nacional, de la cruenta violencia política producida por las guerrillas principalmente comunistas, y de los grupos paramilitares que dijeron combatirlas y de la cultura mafiosa de diferentes grupos criminales, principalmente narcotraficantes. Las fronteras ideológicas entre los dos partidos tradicionales se fueron desdibujando tanto, que durante la segunda mitad del pasado siglo XX, resultó difícil diferenciar entre uno y otro, pues ambos comparten unas mismas prácticas clientelistas, y por su condición pretendidamente policlasista, dicen defender intereses generales, pero sirven realmente a unas u otras oligarquías, corporaciones, grupos económicos o élites caciquistas regionales. En concreto, respecto de la identidad de la ideología, propósitos e intereses propios de nuestros Partidos y Movimientos Políticos, resultaba más que pertinente el dicho popular de que "Para conservadores, los liberales de Rionegro." Con todo y ello, entre 1989 y 1991 se vivió en Colombia un auténtico momento constitucional de condición abierta y pluralista, que llevó a la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente que contó con la participación de diferentes fuerzas políticas y sociales de variada condición, incluyendo a los pueblos indígenas y a grupos guerrilleros como el EPL y el M-19, dando lugar en 1991, a la expedición de una Constitución Política pluralista, que consagró como modelo político, el Estado Social de Derecho, bajo principios como la dignidad humana, la participación y la solidaridad. Cabe resaltar que no obstante algunas prácticas autoritarias y del genocida fenómeno paramilitar, el Estado colombiano ha sido ciertamente de condición democrática y civilista, contando con unas instituciones políticas, constitucionales y judiciales, que aunque imperfectas, permiten calificar al régimen político colombiano como constitucional y democrático, lejos del militarismo que sí asoló a buena parte de la Región Latinoamericana durante la segunda mitad del siglo XX.

Tras el fracaso de los diálogos de paz en el Caguán, el pueblo colombiano le entregó la presidencia del País a Álvaro Uribe Vélez, cuyos dos (2) gobiernos llegaron a ser vistos y concebidos como de derecha, mientras se consolidaron ciertos movimientos o partidos políticos de centro o de izquierda, tales como el Verde y el Polo Democrático Alternativo. La profunda crisis política e institucional que viene sufriendo endémicamente el País por causa de la corrupción, que alcanza a las propias altas Cortes Judiciales, lo mismo que la también endémica violencia y su cultura mafiosa, precisan que el próximo presidente de la república, el próximo Congreso que se defina en marzo de 2018, y que los líderes y fuerzas políticas, promuevan una cultura y una ideología política que antes que pretender ubicarse en el espectro político que va desde la derecha, pasando por el centro, hasta la izquierda, promueva los Valores y Principios propios de una Sociedad Abierta, Libre y Pluralista, en la que convivan y coexistan todo topo de valores políticos, económicos, sociales, culturales, étnicos y comunitarios, siempre que resulten legítimos, incluyendo la coexistencia y la convivencia entre los diferentes credos o confesiones religiosas, a través del diálogo interreligioso (que incluya también a los ateos y agnósticos), a favor de la paz, la convivencia y el orden democrático y constitucional. Es urgente, imperativo y necesario para el País, la Sociedad Colombiana y sus Comunidades, superar la División, Confrontación y Polarización que algunos han conseguido cultivar y establecer, a favor de la Unidad, del Consenso, de la Reconciliación y del inicio de un camino en común, a fin de alcanzar la felicidad y la calidad de vida de todos los habitantes de Colombia, para poder hacer frente a las nuevas realidades del Nuevo Orden Mundial, al que Colombia debe concurrir con Innovación, con una Sólida Institucionalidad, modernizando su Industria, sus Comunicaciones y su Economía, para poder competir dentro de los nuevos mercados mundiales. Colombia, por su tradición constitucional, democrática, institucionalista y civilista, está llamada a liderar toda la Región Latinoamericana, buena parte de la cual, sin razón alguna, ha sido capturada por la ideología y la “diplomacia” del Régimen Venezolano. Documentos FOROCHAT.COM.CO

Con agudeza y solvencia filosófica, el doctor Dominik de Maria, convoca a reflexionar sobre el perfil ideológico del próximo Presidente colombiano. Imagen Wikipedia